En una noche llena de magia y misticismo, los catrines y catrinas iluminaron el baile con su presencia, rindiendo homenaje a nuestros seres queridos que ya no están, pero viven en nuestros recuerdos.
El altar de muertos, decorado con flores de cempasúchil, velas y ofrendas, fue un espacio sagrado donde compartimos esta conexión tan especial con el más allá.
Cada elemento fue colocado con amor, manteniendo vivas nuestras tradiciones y recordándonos que la muerte es solo una etapa más en el viaje.
¡Gracias a todos los que se unieron a esta celebración llena de vida y color!