Candil de la calle y oscuridad de su casa.

VIDA DIARIA

LIC. ROSA ELENA GONZALEZ9 HERNANDEZ

 

Candil de la calle y oscuridad de su casa.

 

De acuerdo a datos oficiales, de la UNICEF, uno de cada dos niñas, niños y adolescentes vive en pobreza en nuestro país y de ese número el 20% está en pobreza extrema, carecen de todo lo necesario.

Tristemente en México, aproximadamente 17 millones de niñas, niños y adolescentes viven en situación de pobreza, lo que representa el 45.8% de la población de 0 a 17 años. De estos, alrededor de 4 millones se encuentran en pobreza extrema.

La pobreza cala en muchos sectores del país, en muchas comunidades sobrevivir es el día a día, aparte de la pobreza existe falta de atención oficial, escasas oportunidades de empleo para padres o madres, está la inseguridad, la violencia que ha dejado a muchos niños huérfanos, sin hogar.

Un estudio realizado por la UNAM revela que la pandemia del COVID dejo en México 131 mil menores en situación de orfandad, registrados, pero es posible que la suma se duplique pues fueron muchas las victimas que no se contabilizaron porque ni a centros médicos llegaron, algunos de esos niños y niñas viven con sus abuelos o con algún familiar, pero otros fueron a parar a centros de atención infantil de los sistemas DIF, casa hogar de asociaciones civiles o religiosas pero igual no se descarta que muchos más quedaran en la calle.

Por lo general las Casas Hogar solo atienden a los niños hasta los 12 años, de ahí tienen que pasar a otra institución, claro, si hay la opción, o que algún familiar, aunque sea lejano, se haga cargo de los jovencitos o jovencitas, pero casi siempre se quedan en desamparo.

A eso súmele los cientos de niños que llegaron a México solos en las caravanas de migrantes que no lograron cruzar al vecino país del norte o fueron abandonados en el trayecto.

De ahí que cada vez se ven a más niños en las calles deambulando, pidiendo dinero, haciendo malabares en los cruceros, pero parece son invisibles para el sistema.

Lo extraordinario es que como si no se tuvieran niños en este país que atender, como si se tuvieran las mejores condiciones para que la niñez viva en paz, o los encumbrados se preocuparan por aportar recursos a las asociaciones de ayuda para niños o Casas Hogar, resulta que GERARDO FERNANDEZ NOROÑA propone traer niños de Palestina para que sean adoptados en México y tengan mejor vida.

Claro que es bueno ser solidarios, ayudar, cuando se puede a quienes lo requieren, más tratándose de seres inocentes, o pequeños que sufren las guerras que ellos no pidieron y no pueden pelear, pero no se puede ser candil de la calle y oscuridad de su casa.

Antes que proponer traer a niños de otros países, que es muy lamentable su situación, se debe proponer solucionar los problemas de los nacionales, aceptar que acá en México, sin guerra, muchos niños están en peores condiciones que los palestinos, afganos, iraníes, aceptar que en casa hay muchos niños en situación de orfandad, las estadísticas son crudas y alarmantes, aparte, sume a los que con todo y que viven con uno o sus dos padres están en pobreza extrema y mueren por falta de atención médica y medicamentos, por falta de higiene porque no cuentan con servicios básicos, de hambre porque no les alcanza para tener diariamente comida en sus mesas.

Hay mucho que hacer en México por los niños y niñas huérfanos, en situación de calle o con pobreza extrema como para andar proponiendo, sin análisis ni razonamiento, que se traigan a más pequeños de otros países para su adopción.

Cuando incluso se sabe que, en algunos sectores de atención a la infancia, por falta de recursos oficiales o porque los encumbrados no quieren batallar, prácticamente los echan a la calle, los regresan con sus violentadores.

Igual se ha sabido de niños que caen en las garras de los entes del mal y se convierten a temprana edad en sicarios y todo por tener familias desintegradas, estar sin hogar y el sistema hace oídos sordos a esa problemática, en tanto que los legisladores federales no son ni para hacer una propuesta de ley seria en apoyo a los infantes en orfandad, extrema pobreza o situación de calle.

Por lo tanto, no, no se puede ser candil de la calle y oscuridad de su casa, primero se tienen que atender los propios y luego los ajenos, y no es por falta de sensibilidad de la gente de este país, sino porque hasta peligroso puede ser para los infantes extranjeros que lleguen y crezcan sin hogar, sin amor y luego hasta terminen enrolados en las filas del mal.

Otra verdad es que las secuelas psicológicas por los traumas de guerra o el coraje de haber perdido a sus padres de una manera trágica en ocasiones se quedan para siempre y a menos que quienes proponen que México reciba a niños afectados de la guerra también se comprometan a velar por su integridad física y emocional, estar al pendiente de ellos, ver que crezcan en espacios adecuados y se conviertan luego en personas comprometidos con su país, pudiera ser que sea aceptable la propuesta, pero se insiste, sino se atienden a los niños huérfanos por los actos violentos suscitados en nuestro país, como demonios quieren atender extranjeros.

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